Galo acudía cada noche a la puerta de la casa de una mujer para pedir comida. Cada vez estaba más deteriorado, no parecía saber buscarse la vida en la calle, y un día apareció con la pata herida y cojo. Esa noche la mujer decidió recogerlo, estaba claro que en la calle no iba a sobrevivir.
La pata se curó sin ninguna secuela, y ahora Galo espera encontrar una familia.
Negativo a enfermedades.