Robin se encontraba vagando por las calles de un pueblo de Sevilla desde hacía varias semanas, con miedo al ser humano, sin dejarse tocar. Se le puso jaula trampa durante tres semanas, ni por la comida entraba, al final nuestro Robin Hoot entró en la jaula por una perra en celo que hizo pipí dentro, todo un galán.
En su corta vida sabe lo que es pasar hambre, necesidades y no confiar en el ser humano, esperemos que con todo nuestros cuidados pierda ese pequeño miedo que tiene y vea que con nosotros está seguro.
Es un perro buenísimo, se porta genial en el coche, con correa anda perfecto hasta que escucha algunos ruidos fuertes, aunque tiene miedo nunca ha tirado la boca y se deja manipular perfectamente, necesita una rutina diaria para poder confiar 100×100 en nodotros.