Una socia se pone en contacto con nosotros porque un familiar que trabaja donde vive Mari la ve amarrada las veinticuatro horas del día, en su propio excremento, bajo un plástico. Dan parte a la policía municipal de un pueblo de Sevilla e intervienen quitándoles a la perra. Así entrra a formar parte de nuestra familia.
Mari es una perra inquieta, cariñosa, que disfruta ahora de su libertad y de no sentir una cadena en su cuello todo el tiempo.